2023 Granada - Gijón

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23 de Febrero de 2023

Día 2, Jueves.

He dormido regular porque huele un poco a chino. Bastante.

Hoy supuestamente no va a llover, o al menos no mucho, pero no lo tengo muy claro... en fin, voy a desayunar lo primero ya que no puedo salir temprano por el hielo y me viene bien hacer tiempo, aunque a mi me gusta empezar antes, sobre las 6... así echo a perder unas horas buenísimas de por la mañana, y además no veo salir el Sol.

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Sacar la moto del salón tiene su gracia, ya que la puerta es estrecha.

Por fin salgo, son las 9:00. Ya por los caminos voy navegando con la luz a mi izquierda. El campo está nevado, pero el cielo está azul. Hace muchísimo frío y está raso, aunque claramente me dirijo hacia las nubes. Voy bien.

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Media horilla después paso por el Castillo de Almonacid y resulta espectacular. 

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Las vistas desde arriba de la loma son buenas. Se ve el día levantándose y el vierto corta. Le doy la vuelta y me bajo a seguir carrileando.

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Al pasar por un área recreativa que se llama Pozo de San Cristóbal, me detengo para echar un ojo; tenía pensado dormir aquí, pero con este frío es imposible,claro. Más adelante, cuando llegue la primavera, quizás.

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A las 10:00 paro en Argés para tomar un café, más que nada para hacer un poco de tiempo a ver si avanzan las horas y se calienta un poco el día. No estoy a gusto, porque huele a pescado frito y tienen la tele a todo trapo. Me voy, los carriles en Castilla la Mancha siguen siendo infinitos.

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Paso por las fantasmagóricas ruinas del Castillo de Caudilla.

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Y continúo por la más  absoluta infinitud.

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A las 11:30 tengo que cruzar el Arroyo de Prada. Lo examino pero no veo el fondo... tampoco parece complicado; investigo el entorno y no hay alternativa así que lo pienso un poco y entro. Pero el suelo es de arena fina y suelta... de milagro no me transformo en submarino. El agua helada me acaricia hasta las rodillas, que fría está. Jolines, ahora voy empapado.

Me paro un poquito más adelante para sacarme el agua de las botas, tengo los pies como el polo norte o sur.

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En fin, como hace algo de Sol, al menos me da la luz y reconforta un poco. Además el paisaje está cambiado bastante, ya no son interminables caminos entre sembrados, sino carriles de sierra rocosa, estoy atravesando el Pinar de Almorox.

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Entro brevemente en la comunidad de Madrid y dejo a mi izquierda el precioso y doscientosañero Pino Carretero.

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Justo al final de este precioso campo, ya por fin entro en Castilla y León. Ya tengo los nubarrones encima que me amenazan ufff

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Tenía muchas ganas de ver los toros de Guisando que flipantemente se estiman son del siglo IV y siglo III a. C. (Edad del Hierro) pero han sido, como tanto patrimonio de todos, expoliados por no se qué organización y no puedo pasar a verlos, ya que han sido privatizados y hay una cerca que me impide pasar; está cerrado y se pide dinero por pasar. Al menos los puedo ver de lejos y me quedo un poco chof.

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Inmediatamente después, que son las 13:10, ya la lluvia me pilla, pero a tope. De repente, cuatro gotas se convierten en un tremendo nevazo y luego lluvia atormentada y de propina, granizo.

Me aparto a un lado de mi camino para plastificarme con el chubasquero completo y también mentalizarme para lo que me espera, pues tengo adelante un puerto con nieve que no sé como estará, aunque me lo puedo imaginar. Llueve una barbaridad. Diez minutos después de ponerme el chubasquero no me queda otra que refugiarme en una parada de autobús de esas viejas que encuentro algo más adelante, a esperar a que pase un poco.

Me consuelo pensando que la nieve no moja. Iluso.

Después de unos 40 minutos de espera, la lluvia cesa un poco, y decido seguir adelante para llegar a Cebreros. Voy fuera de track y estoy pisando asfalto, porque el campo está anegado de agua y barro. Por fin llego, y paro a comer algo calentito en Hotel Dracos, así aprovecho para calentarme y sobre todo para hacer tiempo a ver si escampa un poco. Me pido unas lenjetas calentitas que me sientan de miedo. No sé que hacer, si quedarme aquí o seguir adelante hasta Ávila, el caso es que son las 15:00 y aún me queda mucha luz.

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Venga vamos a tirarle, solo me quedan 40 km hasta Ávila. Lo malo es el puerto que tengo que pasar, estará de nieve seguro. Entro de nuevo en el track y esto no hace más que subir y subir... madre mía donde me estoy metiendo... estoy en el puerto de Arrebatacapas, estoy avisado. Continúo como puedo y la carretera me presenta una duda: a la izquierda voy al puerto del Boquerón y a la derecha paso por el mirador del Herradón.

Ay que hago... decido ir a la derecha, que me parece más seguro. Paso un pequeño núcleo que se llama La Cañada con la esperanza de ver una cafetería o algún sitio para guardarme un poco y descansar, pero no hay, son sólo cuatro casas. Lo dejo atrás y subo a 1.407 metros -que tampoco es tanto- pero la estampa es tremenda: hay ventisca, visibilidad nula, el asfalto está helado... hay varios coches estrellados y me cruzo con los Terrano de la Guardia Civil, bomberos, ambulancias, quitanieves... esto es una feria, pero yo sigo a ritmillo.

Me paro al lado de uno de los coches arrugados para preguntar si están todos bien. A través de la ventanilla me dicen que sí, y me miran como si estuvieran hablando con un fantasma. Yo tengo buen humor y me entra la risa.

 

El viento rachea a ras del suelo. En mi casco tengo la visión de túnel. Las gafas están cuajadas de nieve.

Sigo adelante... 16km. Sigo... 15km... la nave zozobra. 13km esto es la eternidad. No puedo frenar porque hay mucho hielo... 10km.

Por fin empiezo a descender y llego a Tornadizos de Ávila donde me salgo buscando algún sitio para descansar, pero no hay cafeterías ni nada. Por fin encuentro una nave industrial que me sirve de techo y me cuelo, con todo el morro.

En seguida salen dos operarios pero son muy amables y me dicen que sin problema; charlamos un rato mientras me caliento las manos con los gases de escape, pero a los 5 minutos me entra la tiritera... ¡me estoy quedando helado!, da más frío parado que andando, increíble. Me pongo a dar saltitos y a moverme. Decido subirme en la motillo y seguir hasta Ávila, que ya estoy muy cerca.

Y por fin llego al hotel que tenía apalabrado, que se llama El Pinar. Son las 16:00. Guardo la moto y me subo a la habitación a calentarme poco a poco, como un cocido. Si me meto en la ducha caliente me da un shock que me deja loco, tengo que esperar a templarme.

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Tengo los pies empapados, pero la calefacción está a tope así que incluso me permito lavar los calcetines, y pongo a secar la equipación pinrreril.

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Pasado un buen rato ya me puedo meter en la ducha y me pongo el agua calentita.

Me relajo unos minutos, y luego me visto para pasarme por el Mercadona, que está a un kilómetro y medio aproximadamente. Está nevando, no quiero coger la moto así que me llego al trote para no volver a enfriarme. Allí me compro una crema de espárragos que pretendo hacerme calentita para cenar. Y de postre, kefir.

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Me sienta bien la crema. A dormir, que mañana hará más frío. Estoy un poco preocupado :S

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