Estoy como loco por salir de este camping, pero entre el desayuno y todo se me hacen las 7:00; justo está saliendo el Sol, que parece que me mira y amenaza, a mí en particular. Así que ya voy tarde.
Todo ya hecho paquetes y listo para largarme de aquí.
Adiós embalse, me voy.
El camino está lleno de puertas cerradas, tengo que ir sorteando un montón de ellas, se hace bastante pesado y lento y con este calor no es nada agradable, estoy echando un par de días para olvidar la verdad. Paso por el puente romano de arroyo Culebra en Berlanga. El río que cruza está medio podrido.
El agua es todo el tiempo así, empozoñada, llena de cuajarones asquerosos, es líquido verdinegro que alguna vez fue claro.
Sigo esquivando puertas, cercados, cotos privados y gigantescas fincas y encuentro descanso en Hinojosa del Valle, donde hay un parquecillo con una fuente... con agua. Están todas cerradas, es complicadísimo encontrar refresco. Me empapo bien fresquito.
Más adelante paso por la ermita de San Juan Macías, donde tienen sombra y ¿agua?, que se paga con tarjeta. ¡Para esto sí que es moderna la iglesia! me pillo un cabreo tremendo, porque es un pozo, que es de todos, y la erminta, construída con dinero DE TODOS, pero el agua, eso sí, de pago. Es increíble el nivel de avaricia de una organización que dice ser pobre. Sigo y no se me pasa el cabreo, no puedo dejar de pensar en la imagen de un lector de tarjetas para beber, es algo tan siniestro...
Me paro en Hotel Acosta, antes de llegar a Mérida, que tiene una pinta estupenda.
Me dejan guardar la moto donde las bebidas, pero me piden 7 euros... a la mañna siguiente, estará todo inundado por una rotura del depósito de agua ¿les pido los 7 euros de vuelta?. Un palmo de agua hace la piscina que venía buscando.
La habitación está bastante bien.
La piscina aún no está operativa; el caso es que no tengo ni idea de qué agua van a usar para llenarla, aquí no hay de eso... pero bueno, son muy amables, y la comida me ha gustado bastante. El calor es tremendo. Como carne, está buena.
Descanso un poco. Es domingo y está todo cerrado. Hay una gasolinera con un Carrefour Express a un kilómetro y me acerco andando, 10 minutos de horror por el arcén de la nacional, con el asfalto escupiendo calor, pero no tienen de nada y no compro. Me encuentro con una pareja de holandeses en moto de carretera enfundados en cuero, están exhaustos, charlamos un poco y comentamos el tema de calor, que no es ninguna broma, es peligrosísima esta temperatura... Me vuelvo al hotel por el mismo camino de freidora y me encierro un rato en la habitación; luego bajo a la cena y me sienta bien, no es saludable pero tampoco tienen muchas más cosas. Les compro también una ración y me la guardo para mañana
Y a dormir lo que se pueda.