Me levanto a las 7:00 y desayuno tranquilo, no estoy madrugando mucho porque me lo quiero tomar con calma. El hornillo de gasolina da un poco de peste pero abro ventana y ya. La verdad es que funciona de maravilla, es pequeño, no gasta nada y además, llevar un poco de gasolina extra en el bote me da tranquilidad.
Hace buen tiempo y para las 8:30 ya estoy haciendo carriles; por la mañana me lo tomo con mucha calma porque no estoy del todo alerta y es peligroso hasta que te pones ya en modo concentración.
Los carriles son muy bonitos, me dirijo al Camino de la Lana que es una variante del Camino de Santiago.
Paso el río Segura a la altura de Calasparra, hay unas pozas y una catarata muy propia para el verano, incluso hay embarcadero.
Y recorro Murcia para ver el Cabezo del Asno, impresionantes vistas y un valle realmente bonito de carril fácil y rápido, para pasar luego por la Sierra Larga, que me deja en Jumilla bajando por el Monasterio de Santa Ana que tiene una zona de mesitas y eso. Me encuetro a unos ciclistas muy simpáticos, que me dan algunas señas.
Relleno gasolina y compro en el Mercadona un par de cosillas. Sigo adelante para pasar por la presa del embalse del Bayco u Ortigosa, que está practicamente seco, pero justo un poquito antes paro a comer en el Lavadero de Ontur unas lentejas que me compré en el Mercadona de Jumilla. También hay fuente y se está muy a gusto.
Armo un campamento digno de un rey gitano.
A las lentejas les sienta de maravilla un poquillo de picante, pero no sé que me pasa, cada vez me pica menos.
Y se me rompe la mochila, pero como no me falta de nada, pues me la arreglo estupendamente. Sigo adelante, el camino está bien señalizado, es pedregoso pero se hace bien.
Por el Camino de la Lana la moto vuela.
Llego a Alcalá de Júcar, y lo miro desde las alturas, pero no me atrae nada, parece súper turístico, no hay más que autobuses y mucha gente.
Todos los alojamientos de la zona son carísimos, así que me alejo un poco y encuentro sitio en el Hotel Aro´s, en Casas Ibáñez, a unos 10km.
Con una habitación estupenda.
Tengo pensado cocinar para la comida de mañana y en un súper compro cuatro cosas.
Y me escapo por la ventana, porque en la habitación puerdo armar la de dios con el hornillo de gasolina. ¡A cocinar!
Ya que he descubierto esa terraza tan chula, aprovecho para hacer la cena con un salmorejo que he comprado en el Mercadona y ceno tan fresquito con vistas a los tejados.
Estoy muy a gusto encaramado en las escaleras, aunque estoy medio malo, me duele la garganta, pero no quiero ni pensar que esté poniendome peor... intento olvidarme y ya.
He dejado la moto bien escondida, espero que pase la noche tranquila.