Lunes 16 de Diciembre de 2024, día 2.

He dormido estupendamente fatal, pero bueno mejor que en un camarote, porque al ser para cuatro, te pueden tocar tres húngaros que te den la noche... así que mucho mejor así, a mi rollo estilo vagabundo marítimo. Tocan diana a las 5:00 y me preparo un cafelillo.

Por fin me puedo escapar del barco y paso la aduana con mucho estilo; los gendarmes marroquís siempre son muy amables y me invitan a su maravilloso país. Después de todo el papeleo, me compro una tarjeta para el teléfono y me engañan -un poco-, pero todo es hablar y al final llegamos a un acuerdo, sin problema. La gente aquí es extremadamente amable y cualquier situación se puede solucionar. Luego de tomar otro cafelillo, me paso a comprar unos pocos de Dirham, no sin antes tener un pequeño susto con un coche que se me cruza y una mancha de aceite en el suelo, sin consecuencias. Me va bien como advertencia. A volar.

Poco después de salir de Nador paso Zeluán y ya empieza lo bueno. Tengo que atravesar el Parque Natural Beni Snassen, viendo todas sus grutas. Es un camino sinuoso y lento, pero a la vez muy bonito. El Sol aún está muy bajo y voy entre las sombras de la montaña. Hace tremendo frío.

A la salida del parque estoy sobre los 1.000 metros y ya se empieza a ver el terreno que me llama.

Hago carriles largos, pedregosos y rápidos, con los que puedo ir avanzando bastante.

Llevo desde las 7:00 encima de la moto; los primeros días me da el ánsia viva de tantas ganas que tengo de andar en la motillo jajaja y no suelo parar mucho. Pero son las 13:00, llevo 192 km y aunque no tengo hambre, decido parar en Jerada, que veo un sitio que tiene buena pinta y efectivamente me ponen un muy rico tajín de pollo que me sienta de maravilla. Está calentito y me quita un poco de frío.

Hago el almuerzo tranquilo y una hora después ya estoy otra vez andando. Me encuentro un vadeo del Oued Za que trae mucha agua... no me gusta nada cruzar ríos porque no quiero ir con los pies empapados el resto del viaje (las botas no se secan) y aparte, el agua es siempre peligrosa, puede ser hondo o llevar corriente etc... por no hablar de que hace un frío tremendo y llevo helado todo el día. Así que tras mirar un rato, encuentro un buen paso y lo cruzo sin problema. Es uno de los puntos más bonitos y emocionantes del viaje.

Sigo por infinitos carriles donde solo se ve tierra y cielo.

Y a las 15:50 llego a mi destino, Aïn-Béni-Mathar, donde el hotel que tenía previsto simplemente no existe. Pero encuentro otro Hotel muy austero que se llama Chez Dris, que me hará el apaño. La habitación es cara, y está todo algo sucio. Parece un decorado de Bitechús, así que me encanta, aquí me quedo. Además hay sitio para resguardar la moto. No tiene calefacción y por el mando del aire me piden un dinero. Pero tienen agua caliente y me doy una ducha reparadora que me entona los huesos.

Una vez instalado, me doy un paseo por la zona; hay tiendas de toda clase y me compro un riquísimo aguacate, tomate, pan, fruta... etc.

Y me hago un cenorrio, que me encanta.

Hace un frío bestial así que me meto en el saco del tirón. Me he hecho 251 km en 9 horas.

Hasta mañana.