Lunes 23 de Diciembre de 2024, día 9.
No tengo prisa ninguna, tengo tiempo de sobra para llegar al puerto. Pero claro, me despierto automático sobre las 7:00 y aquí no sale el Sol hasta las 9:00, qué rollo.
Me quedo un poco metido en el saco como un gusano, que estoy súper a gusto y remonoleo. Desde la ventana se ve la zona, que parece nueva, donde hay un montón de parcelas pendientes de construcción.
Desayuno tranquilo y empaqueto todo bien, de forma que al llegar al ferry solo tengo que subir la mochila, y todo lo que no necesito para la travesía, se queda atado a la moto.
Llego a Melilla en un pispás, la frontera se hace muy rápido y muy bien, como siempre la policía marroquí es muy amable y eficiente.
Como tengo tiempo de sobra, me tomo un cafelillo, pero con tan mala suerte de que el vecino de la mesa de al lado es un plastas integral y me pone la cabeza como un bombo con un montón de información que me resbala. Me tengo que poner en plan borde para que me deje tranquilo. Luego al lado tengo un lavadero donde le quito a la moto un poco de la suciedad que trae encima.
Y flamante como está, la atamos otra vez a las tripas del barco. Ahí te quedas motillo.
Son las 15:00, hora de comer, y voy tan preparado como siempre. Me junto un bocata de jamón con aceite y una ensalada de tomate y queso. Y unas cervezas fresquitas que he comprado justo antes de salir.
Ahora toca la siesta y me monto mi particular bujío para echarme tan a gusto.
Son 6,5 horas de travesía, pero se hace pesado. A la tarde me hago mi cafelillo y me zampo un mantecado al que llevo amenazando desde el primer día. Tu hora ha llegado.
Arribo a Motril muy puntual y me paso por El Ancla a cenar algo.
Se me va la olla y pido un filete con papas a lo pobre... a las 11 de la noche... no me como ni la mitad del plato...
Y a dormir.