Túnez

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2 de Abril de 2023

Día 5: Bocata de queso y harissa

He dormido estupendamente, el camarote es pequeño pero bastante confortable, y está limpio, así que perfecto. Nos despierta el interfono a voces y nos preparamos para salir. La barabunta es tremenda y la gente se pone bastante nerviosa y yo pienso "que nadie se preocupe que las motos salimos los primeros" :)

Y así ocurre. Pasamos el control de entrada que es una gymkana de espabilaos con un medio de vida alternativo. Tienes que ir pasando todos los filtros trufados de ayudantes extraoficiales y tolerados, que piden propinas. Sorteamos pedigüeños y policía exitosamente.

Son las 11:30 y por fin nos sueltan; tenemos que entrar a la ciudad para comprar gasolina, dinero, una tarifa para el móvil, comida.... etc. Yo he perdido los aurículares, creo que me los dejé en el coche con las prisas, así que necesito comprar otros. Para mí es importante esuchar mi musiquilla.

tunez

Llueve. La ciudad es un caos. Llueve mucho.

Nos vamos a la oficina de turismo, pero está cerrada; preguntando a un policía mientras esquivamos el tráfico mortal, conseguimos localizar un distribuidor de Ooredoo, que es la teleco Qatarí que opera aquí. Dejando las motos en un apartado, compramos las sim. Son súper amables.

Ahora nos toca comer, y nos vamos a un bar de esos de giris que te engañan pero a tope. Un señor sin dientes que se llama Abdulá se acerca y nos rescata. Habla español y nos da algunos consejos. Nos lleva de la mano a tremendo antro, un bar de esos con las ventanas tapadas con papel, de puerta estrecha, donde se hacen los negocios chungos. Entramos y el panorama es impactante: atmósfera irrespirable, todo el mundo fumando, mirándonos con cara de yoquesé. Es Ramadán, no se come. Pero con la ayuda de nuestro rescatador, nos hacen unos bocatas: el mío con una salsa picante local que se llama Harissa y queso, que está buenísimo. A mí me ha encantado.

harissa

Jamás hubiera entrado en un bar así por mi cuenta, entonces a pesar del timo, que en realidad no nos resulta para nada lesivo, me encanta la experiencia. El señor es muy amable, nos cuenta que se está sacando el doctorado en la Universitat de Catalunya, aunque yo no me lo creo mucho. Le preguntamos el tema de su tesis y nos dice que Al-Ándalus. Me quedo con su número de teléfono, que nunca se sabe. Es muy conveniente conocer a gente del lugar.

Nos vamos comidos a por las motos, que están intactas donde las hemos dejado, sin candado ni nada. Encontramos una pequeña tienda donde compro unos auriculares de imitación, pero que suenan bien. Ya con todos los recados hechos, salimos de la ciudad con mucha dificultad, y tenemos por delante un enlace de unos 60km antes de empezar lo bueno. Llueve bastante y la carretera está asquerosa, es muy peligroso porque vamos dando patinazos. Yo, que voy el último, veo la moto de Anna dar un culetazo que me quedo loco... ¡qué susto!.

Por fin llegamos a Hammamet, ya no llueve. Ponemos gasolina y nos tomamos unos cafés. Son las 15:30.

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Ahora ya tenemos track con algo más de gracia, que hasta ahora era sólo enlace. Tengo muchas ganas de meterme por los caminos, donde realmente voy más a gusto, y salir del asfalto que me produce bastante rechazo. Así que vamos entrando poco a poco, atravesando campos de basura, eso sí, que está todo asqueroso de plástico. El viento lo esparce por todos lados y la estampa muestra bolsas infinitamente, incluso en los árboles y pinchadas como girones en las chumberas, es una verdadera pena.

En seguida, y después de alguna que otra confusión entre sembrados, llegamos a Takrouna, que es como un pueblecito en lo alto de una colina, bastante bonito y en proceso de restauración. Desde lo alto se ven los campos de olivos. Se parece mucho a cualquier pueblecito andaluz.

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 Estamos todos muy animados y contentos de por fin estar aquí.

Seguimos adelante y nos perdemos otra vez un poco por los campos, y unos minutos más tarde, Guillem tiene la mala suerte de pisar una varilla que le atraviesa la cubierta trasera.

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Subimos la moto a una piedra para dejar la rueda colgando.

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Y sacamos el pincho, ¡qué mala-buena suerte!.

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En un pispas ponemos una cámara de las que tenemos de repuesto y a seguir. Lo que queda es fácil y llegamos a Kairuán a las 19:00, después de haber andado 210km en total. Nos quedamos en el Continental Hotel.

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Tiene bufet para cenar, y... bueno... se puede comer...

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A dormir.

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