Vaya nochecita... luces, ruidos, gente pasando... todos por los suelos... a eso de las 4:30 empieza por la megafonía a emitir el mensaje ése de que las maletas perdidas serán destruidas, cada 3 minutos, con un ding-dong horroroso. Es una especie de diana para que empiecen a rodar los euros.

Me pongo en marcha y me tomo un café repugnante por 4 euros; de comer sólo hay mierderías de chocolate... ¡ah! y paquetillos de fruta por 6 euros... antes me muero de hambre...

Ya está aquí el avión, ¡vámonos!.

Llegamos estupendamente a Madrid y me hago el metro hasta la Estación Sur, donde desayuno un bocata de jamón y me subo al bus de Granada, que es de dos pisos y está súper bien, anchísimo y muy cómodo. Se me pasa en un pis-pas.

Y por fin llego a Granada a las 15:00 con un disloque tremendo por la noche sin dormir, y el viaje en general.

Conclusión.

Ha sido un viaje estresante porque he tenido que ir extremadamente concentrado, pues al ir en solitario y sin equipaje, no podía tener problemas, especialmente relacionados con accidentes.

Además, toda Francia son caminos lentos, y la velocidad es de 30-40, y esto puede ser exasperante en algunos momentos. En Albí pensé en volverme, ya no podía más, además el calor era terrible.

La comida me ha resultado difícil también.

Otro aspecto importante ha sido recordar que cada cosa es un tesoro, porque al no tener -literalmente- casi de nada, cualquier objeto me lo guardaba "porsi": una bolsa, una galletita, un palillo... todo me podría resultar útil eventualmente. El valor intrínseco de las cosas sí existe.

Ha sido un viaje y una aventura realmente estupenda.

Pero lo mejor, sobre todo, han sido las personas con las que me he ido cruzado; han sido en su gran mayoría gente muy amable, simpática y comprensiva.

Gracias España y gracias Francia, espero volver pronto.

FIN