Todo preparado, ése es todo mi equipo para este viaje, desde el primer día hasta el último. En los casi 3.500 km sólo he perdido una barra de cacao para los labios, y qué rabia me dió, porque me gusta terminar con todo el equipo con el que empiezo. Recuerdo perfectamente el momento, y fue por culpa de una distracción. Cómo me molesta...

Salgo como cada día bien temprano, pues tengo la excursión por Eslovenia y me interesa volver antes del medio día para poder hacer la gestión del almacén y depósito de la moto. Amanece un poco encapotado, perfecto. Son las 6:25 y ya estoy disfrutando de la energía cinética.

Rápidamente salgo de Italia por Corno di Rosazzo y entro otra vez en Eslovenia, pasando por unos caminos bastante cerrados entre viñedos cubiertos de rocío.

Me paro a ponerme todo el plástico encima, porque parece que va a romper la lluvia. Es un poco incómodo, pero el chubasquero hay que usarlo antes de las primeras gotas, después corres riesgo de ponértelo encima de ropa mojada, y eso ya no tiene mucho confort. Algunos caminos nos los puedo hacer porque están demasiado cerrados, pero en general paso por todos y están bastante bien.

Paso por Kožbana que es un desfiladero con canales y puente natural. Llego a Deskle para poner gasolina y paro a desayunar en la cafetería Tanja, donde hay dos mujeres super simpáticas que me miran con cara rara por ir disfrazado con tanta ropa con este calor. Me pido un café doble y me lo ponen con una propina de vaso de agua. Dos euros, perfecto. Y me voy a la terraza.

Llevo mi paquete de leche para añadirle; me parto mi pan, le pongo su aceite, mi mermelada y me preparo mi desayuno... ya no me de vergüenza, es que paso de desayunar bollo o cruasán... me miran con sorpresa, pero con simpaía. Luego le doy las gracias por todo con la ayuda del traductor y se parten de la risa, claro, De esloveno no tengo ni idea pero son tan amables que me enseñan a pronunciar "hvala" que significa "gracias". Gracias. Hvala.

Voy entrando cada vez más en este país precioso y ahora tengo unos carriles más abiertos y más rápidos que me encantan. Son  las 9:00, no me encuentro a nadie y paso a toda pastilla por el cruce de los caminos a Zagomilo, Vodice y Grgar.

En todo el viaje apenas he tenido de esto, sólo caminos más bien lentorros, así que disfruto un poco de la velocidad que me hace avanzar más rápido y más animado.

Paso por esta carretera que va de Čepovan a Nova Gorica; aunque es asfalto, me regala buenos paisajes también, viendo más cosas de militares pasado Čepovan con algunos restos de un avión.

Dejo la carretera y entro en una zona preciosa que rodea y baja el monte Kobilica y tiene unas vistas espectaculares. Me encanta este carril, tiene unas vistas muy bonitas a la derecha.

Llego al memorial de guerra de la Franja Partisan, que eran una red de cobachas clandestinas y secretas que funcionaron como hospital de campaña durante la Segunda Guerra Mundial y nunca fueron descubiertas por los Fascistas o los Nazis (estaban en territorio ocupado, a sólo unas horas de Austriia en lo que era el III Reich). Eran pequeñas cabañas de madera en lo profundo del bosque para ayudar a enfermos o heridos. Tuvo que ser una verdadera pesadilla que te curaran ahí cualquier cosa.

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Este es el punto más al este al que voy a llegar. Ya no llueve así que aprovecho para quitarme el chubasquero y así ir más cómodo.

Sigo adelante y la zona es maravillosa con un bosque frondoso por donde se va colando el Sol. Este lugar tuvo que ser muy peligroso en el año 1943.

Caminos rápidos, que hago lentamente para ir viendo el paisaje. Paso por un balcón precioso que da a Ajdovščina y da vistas a las laderas del sur del bosque de Trnovo que me deja muy impresionado. Eslovenia es un país precioso.

Sigo bajando ya de vuelta, pero me sigo encontrando mas caminillos para explorar, aunque algunos están demasiado asilvestrados.

Son las 12:15 y llego a Gorizia, otra vez en Italia, para poner gasolina. Los coches se comportan igual que habitualmente y es un peligro constante... es muy peligrosa la manera de conducir aquí, la de riesgos que provocan con una agresividad constante y un desprecio total por cualquier norma horizontal, vertical o la que sea. Con el estrés de controlar el errático bamboleo de los conductores, me pierdo un poco y doy un rodeo enorme, precisamente por intentar quitarme de la carretera, donde estoy amenazado constantemente. Por fin llego de vuelta a Údine para buscar el taller donde me han indicado que puedo dejar la moto mientras mi transporte llega para recogerla y repatriarla a Granada.

Llego a dónde había acordado, pero el taller de Mattia está cerrado; no obstante, justo al lado hay otro que se llama Puntomotori, donde entro a preguntar. Son extremadamente amables conmigo y me permiten dejar allí la moto. Ellos mismos la cambiarán al lugar que tenía acordado mañana mismo. Me cambio de ropa allí en la calle, armo el petate (ya tenía preparada una bolsa de rafia del Lidl, es la medida perfecta para que me quepa todo) y lo empaqueto todo para dejar todas las cosas que me han acompañado durante este viaje. Especial atención a las tijeras, navaja, etc. no se te ocurra dejarlas en la mochila, que si no pitan en el aeropuerto. Que hace unos años, en el aeropuerto de Milán, tuviste las santas narices de pasar el arco con una navaja, que se me olvidó que llevaba en la mochila, y se armó la de dios.

Allí mismo me prestan un ordenador y compro mis vuelos a Granada.

Ya son las 14:10 y por si no me hubieran ayudado en todo, además tienen el detallazo de acercarme en un Smart a la estación de tren, que me lleva a Venecia. Voy apurado de tiempo, pero había en el hall un señor asistente para las ventas de billetes y es súper amable (como siempre en Italia) y me ayuda con todo para poder salir en el siguiente tren de las 16:07.

Son las 15:45 y no he comido más que el desayuno, así que me compro un bocata de pechuga empanada que tenía una pinta estupenda. De hecho, le pido a la señora que me ponga dos bocatas, pero al final me llevo sólo uno, no me seas ánsias. Una botella de agua también, por favor. Como el viaje son dos horas, tengo planeado hacer la comida mientras viajo tan a gusto. Una vez sentado y acomodado, me abro el bocadillo y resulta ser el filete más asqueroso que me he comido en toda mi vida... tengo que tirarlo de malo que está puajj ni Jamie Oliver podría hacer un filete tan asqueroso. Yo creo que no era ni pollo, sino más bien una especie de nugget de alomerado. Está tan malo que le tiro una foto y sale pixelada. Menos mal que como siempre llevo cosillas... almendras, un plátano, un chocolate...

El tren me deja en Venecia y de ahí justo me subo en el bus que me lleva por 8 eurazos al al aeropuerto Marco Polo, que está a 10 minutos (luego me entero que hay otro bus que hace lo mismo por 1,5 euros. Cosas del negocio del turismo).

Justo al lado del aeropuerto tengo un alojamiento a unos 15 minutos andando, en Nilo's room. Mañana vuelo a las 7:00 a Madrid y de este modo me puedo plantar en el aeropuerto a las 6:00 sin taxi, ni bus, ni nada. La casa donde me alojo es de una mujer que trabaja en la seguridad del Aeropuerto, mira tú por donde; resulta amable, pero la casa es muy cara, no tiene cocina y yo venía muerto de hambre, con la intención de hacerme "la última cena"... qué mal. Me toca restaurante otra vez...

Me ducho, me echo un rato y me voy a comprar cosas para el desayuno de mañana y a cenar en Al Quadrante una pizza que estaba malísima y me sienta regular. Ay, Venecia. No me has gustado.

A la cama que mañana me pego todo el día de aeropuertos.