Salgo tempranito y a las 6:50, pasado San Didero, entro a mano izquierda a hacer caminos.

Tengo planeada una subida auténticamente espectacular al Santuario della Madonna degli Angeli, en Cuneo, haciendo el Cole du Colombardo, a 2.200 metros.

Tampoco es tanta altura, pero como es tan temprano me encuentro todas las nubes por debajo y resulta una sensación espectacular, y me quedo de pasta de boniato, el movimiento de las nubes es hipnótico... la belleza del entorno es apabullante... es sin duda uno de los sitios más espectaculares que he podido ver en este viaje.

Arriba en santuario, me hace algunas fotos un señor mayor que no sabía manejarse bien, pero al final lo hizo estupendamente. Hay puesta una cruz gigantesca y pienso en lo cabezón que hay que ser para plantar ahí semejante mamotreto. Estamos hablando de la idea de un sacertode español (cómo no) llamado Alfonso Calindres, que en el año 1411, flasheado por la belleza del sitio, se le ocurrió la idea de hacerse ermitaño allí.

Luego, mientras yo bajo, la niebla sube. No hay casi visión, es fantasmagórico... y otra vez ese olor a atmósfera empapada...

Las vistas son realmente impactantes, hasta que ya bajo a la atmósfera habitual para pasar por Forno y hacer enlace por la Via Torino.

Dejo más adelante el Ponte de Diavolo que no bajo a visitar, porque es un senderillo y no quiero dejar la moto sola a pie de carretera, que vuela fijo. Y sigo adelante, pero antes paro a comer el bocadillo V.5. de la tortilla y los tomates que me sobraron de ayer, con unas aceitunas que compré, al lado de la Iglesia de San Bernardo en Corio, que tiene una fuente (aunque pone "no potable").Veo a una señora en su casa y le pido agua. Me dice que la de la fuente es buena. Ya, pero es que pone  "no potable". "Pues todos bebemos de ahí".

Y me acuerto del brote de gastroenterites que hubo en Julio en Darro, Granda, porque todos los vecinos bebían de la fuente "de toda la vida". Bebo sólo un poco y con recelo.

Sigo el camino, y antes de llegar a Forno Canavese para poner gasolina, paso por el Mulino Val que me parece extraño porque es el primero y único que veo en todo el viaje. Tiene fuente y relleno agua, porque de la anterior no me fío y tengo sed.

Después sigo bajando y me meto poco a poco en una zona baja, como a 150-200 metros de altura, en Feletto, siguiendo el Río Orco. Hay humedad y nivel freático que, sumado al calor que hace, resulta un poco insoportable si no me da el aire del movimiento.

Mucho charquerío, agua estancada, barro y mosquitos... lento y difícil, pero también bonito. Me pierdo un poco explorando con mucho ojo de no colarme en alguna poza o acequia, que había muchos abiertos y bien encharcados.

Cuando salgo de esa zona, y paso el Ponte di Mazze para cambir de vera, la cosa mejora un poco, pues me muevo siguiendo un canal que al menos da algo de fresco. Mucho ojo no te caigas que no hay salida.

Aquí el termostato está cada vez más alto, pues avanza el día y el Sol aprieta; me meto a explorar un poco otra vez, pero la maleza es cada vez más espesa y no me atrevo a entrar más, la moto está muy caliente (y yo también). Así que doy la vuelta y busco algún refresco, porque son las 14:00 y estoy muy acalorado; quisiera parar para refrescarme un poco y espabilarme con algo de cafeína.

Entro a Borgo D'ale y está todo cerrado, no hay nada de nada. Al final encuentro un bar. Le pido un cocacola a la señora, y me cobra 2,5 euros por una lata WTF. Se los doy y ya. Me paro un poco más adelante, en una sombra que veo, pero no me puedo quedar a descansar ni 5 minutos, porque los mosquitos me comen; hay mucho charquerío y está todo lleno de agua ponzoñosa.

Más adelante entro en una zona marcada como dura y la verdad es que sí es complicada, pero para mí está muy bien y me lo paso estupendo, son caminos revirados con obstáculos, piedras, cuestas, ramas... de todo.

Y ya salgo a Viverone, viendo el lago desde la carretera, que queda más alta.

Son las 14:47 y decido desansar en B&B Lalanterna, que es un caserón más viejo que matusalén, lleno de telarañas, pero que tiene su encanto, supongo, porque puedes ver como se vivía allí hace 4mil años. Además el dueño es bastante amable.

Me pongo cómodo y me voy a comprar algunas cosillas. El súper me pilla lejos, a unos 25 minutos, pero prefiero ir andando y darme un paseo.

Y resulta una pesadilla, porque aparte del calor horroroso que hacía, hay mosquitos como tigres, y entre la ida y la vuelta me ponen como un colador. Casi tengo que volver corriendo a la casa porque era insoportable, se ve que el lago los cría bien grandes. Ni se me pasa por la cabeza ir a bañarme. Moriría de picor.

Compro pasta y queso y me hago una buena cena en una cocina, que aunque está bastante sucia (me daba un poco de asquillo, la verdad), era manejable. Son las 19:30 y me zampo un buen plato de pasta boloñesa que me sienta de maravilla. Qué buena está la comida en Italia.

Y a dormir.

Tengo la casa entera para mí sólo y me da un poco de yuyu, tan vieja y quejumbrosa. Hay un palomar arriba perfecto para una criatura.