Salgo de la casa sin luz, sobre las 5:00 sin desayunar. Es demasiado temprano, no tengo hambre y está todo cerrado. Pero llevo mi pan y mis cosas... tengo un plan.

Llego puntual al aeropuerto, sorteando cientos de coches que me quieren atropellar a toda costa, y hago toda la liturgia de lo que llaman "seguridad". El avión está puntual en su sitio, salimos volando, y puedo ver Venecia desde el cielo. Adios Venecia.

Como no quedaban billetes de otra clase, me compré los pijos, así que me ofrecen un desayuno "business", del que me zampo la tortilla (que está bastante buena), el zumo de bote y la leche fermentada. Lo demás no gusta.

Llego a Madrid como estaba previsto y tengo hora y media de espera, justo para hacer mi segundo desayuno: me compro mi café y le unto al pan el aceite y la mermelada. Qué rico, y a volar.

Voy en el regional a Granada, que estaba programado para las 11, pero se retrasa 15 minutos porque una auxiliar se carga una puerta de los armarios para el equipaje de mano y han perdido un tornillito. ¿Dónde estás, tornillito?. ¿Te has ido a colar en algún sitio peligroso?. Llaman a los técnicos, que no lo encuentran, pero quitan uno de otro sitio para reponer el perdido. Arreglao.

Y salimos.

Y llego a Granada puntual a las 14:00, después de 3.487 kilómetros en una moto de enduro.

FIN

CONCLUSIÓN

Un viaje demasiado largo, ha sido como estar metido en un tubo. Voy tan concentrado en evitar problemas (sobre todo de tráfico), que no me da tiempo a hacer nada. Es un viaje sólo de avance, nada de visitar, o turistear, sólo puedo ir adelante.

La parte francesa se me hizo más rápida, fue como un trámite (de 1.000 kilómetros), aunque estar en Francia es siempre una buena idea.

En cuanto a Italia, me ha sorprendido pues pensé que nos parecíamos mas. Y para nada: ni el carácter, ni la comida ni nada de nada. Los italianos son súper amables, siempre que no vayan conduciendo, claro. Me ha sorprendido que, con lo bien que hacen la pizza, pasta y la cocina en general, no he encontrado buen pan. Eso sí, el café barato y exquisito. Verduras espectaculares y queso superior. Y los Alpes y Dolomitas simplemente maravillosos e imponentes.

Y Eslovenia me ha encantado, aunque sólo ha sido una pequeña visita de unos 300 km. Espero poder explorar más en otra ocasión.

Gracias Francia, gracias Italia y gracias Eslovenia.