Bueno pues por fín nos vamos de Lecco, se ve despejado. Bueno todavía no se ve nada porque son las 4:50 de la mañana y aún no hay luz. Voy a buscar mis cosas para cambiarme e ir a la cochera a por mi moto. A las 6:20 ya estoy listo con la moto y todo preparado para salir. Ahora ya sí se ve despejado

Me voy directo a Bérgamo para poner los neumáticos a un taller que se llama Saiga, me gustaría llegar a primera hora porque me dijeron que tardarían medio día en ponerlos, y quiero recuperar el día perdido. Así que hago enlace de carretera, son sólo unos 80 km y consigo estar allí a primera hora. Llego a las 8:30, con la suerte de que me dicen que me los ponen sobre la marcha, así que no tendré que esperar demasiado.

Paso la moto y casi sobre la marcha se ponen con ella. Les explico que por favor lo hagan con extra cuidado, porque ya tuve experiencia el año pasado, que me montaron mal la cámara, la degollé y me quedé tirado...

"Por favor, ponla bien, pon empeño en hacer bien el trabajo, que tengo que llegar a Eslovenia."

Se ve que me entiendieron perfectamente, porque lo que es el montaje del neumático, perfecto. Pero al poner la rueda trasera en la moto, me ponen un tensor al revés... si no me doy cuenta a tiempo, hubiera roto cojinetes, estrella, cadena, cualquier cosa; bastante peligroso porque el eje quedó muy torcido.

Un fallo muy tonto que puede desembocar en un desastre si se bloquea la rueda.

Por si fuera poco, además, aprietan la tuerca del eje como si no hubiera mañana, así que los cojinetes estaban condenados fijo (como mínimo). Para sacar la tuerca, tengo que subirme en la llave (mi llave) para hacer palanca con mi propio peso. Les pregunto y me dicen que "estaba así". Qué cachondos, vaya manera de escurrir el bulto. Yo les digo que sí, que vale, y lo arreglo allí mismo en la puerta, delante de ellos con mis propias herramientas, después de pagar 160 euros.

Una vez puestos los dos neumáticos y corregido los errores (que detecto), busco algún sitio para desayunar, pero algo no va bien... me paro y resulta que la cadena estaba muy tensa, demasiado: con el tema del montaje, no había quedado bien, así que me toca volver a sacar las herramientas y ponerla en condiciones antes de que la parta. En mitad de la calle, en una acera.

Bueno pues ya parece que está todo medio bien; encuentro una cafetería sin nombre, y me pido un café con un poco de pan. El tipo resulta de lo más amable, al principio me agobió un poco porque para aparcar la moto sale, me da indicaciones... etc. y no me gusta porque me desconcentra, y ahí es cuando hago errores, pero bueno. Así fue como perdí un stick labial, lo único que he perdido en todo el viaje. Odio perder cosas.

Dentro hay como un ambiente muy propio y no pego ni con cola, pero al rato resulta que al tipo le gustan estas motos, me enseña fotos y esas cosas. Les extraña el uso que le doy a mi aceite de oliva, poniéndolo al pan con mi botecito de sal, y un señor al lado se echa unas risas, porque al principio se creen que es droga, porque la llevo en un botecito muy curioso jajaja. Se va y al rato vuelve con una botella de su propio aceite para que lo probara, y me ponen un plato con la misma receta: aceite, pan y... mi sal. Muy rico.

Cuando voy a pagar, me dicen que me invitan, que están impresionados con mi viaje y que siga adelante y que llegue a Eslovenia. Qué simpáticos, esas cosas me alegran la vida, la verdad. En cambio, lo de contar todo el tiempo el viaje y cómo lo hago me agobia un poco y es que a cada sitio que voy, tengo que contar toooooda la película: que si vengo de España, que si voy a Eslovenia, con esa moto, por los caminos, sin equipaje... pero bueno en este caso fue bastante agradable.

Como pensaba que iba a echar todo el día para poner los neumáticos, me alquilé al lado del taller un alojamiento para poder ir andando mientras hacían la moto, llamado Foresteria Giulia. Le pregunté al tipo si tenían cochera y me dijo que sí, pero cuando llego, es mentira, sólo tienen espacio en la calle. Yo me quedo a cuadros y le digo que no me puedo quedar porque la moto en la calle me la roban y no se cómo me convence de que meta la moto en el portal.

A esto que me acomodo como puedo, aparco la moto y piso una cacho de mierda asquerosa... esto ya pinta mal... me voy a hacer la colada y a comprar cosas para cenar y para el día siguiente, a ver si se me pasa el mosqueo.

Una vez hecha la colada y comprado las cosas, busco para comer algo pero está todo cerrado... encuentro la Osteria Vineria Bacco Matto y me zampo un filete de tercera lleno de carboncillos. Es todo de parrilla y no la tienen muy limpia. Las parrillas están muy bien, pero hay que limpiarlas.

Me voy a la casa y me echo una siesta, son más o menos las 16:30. A la media hora, se oyen mogollón de críos jugando, hasta ahí bien, pero están gritando mucho y algo me escama. Salgo al balón y están trasteando la moto, unos subidos, otro dandole al gas, varios alrededor... les doy una voz bastante agresivo, se giran hacia mí, y se descojonan de la risa en toda mi cara.

Estoy como en un gueto indio o pakistaní.

Con el alboroto que armo, sale mogollón de gente de los balcones, estilo Almanjáyar, y yo me quedo a cuadros; le escribo varias veces al casero (que pasa de mí), y mientras tanto, aparece otro elemento perturbante en esta ecuación de estrés, con una pinta chungísima, revoloteando alrededor de la moto, mirando para todos lados, estilo Jason Bourne. Ahí que ya hago tope de mosqueo del todo y decido hacer la operación "pies en polvorosa" inmediatamente.

Como me encarte lo pongo de gas pimienta hasta las cejas.

Con todo el calor que hacía y todo lo que había comprado, vístete, ponte las botas, haz la mochila... fo que lío. Ah y búscate otro sitio, claro. Jolines ¡que había coprado un cacho de melón! ¿cómo me lo voy a llevar ahora?.

Espanto a los críos como moscas, al otro tipo le echo la mirada del asesino, y me largo de all. No sin esfuerzo, encuentro otro sitio en Ai Patri, aunque no tienen cochera y me mandan a Pizzería Albergo Mamma Mia, donde me tratan bien y ya por fin puedo estar más tranquilo.

Valió la pena el cambio, pues tienen una colección de arte realmente espectacular, la recomiendo.

Me relajo un poco dándome un paseo y después me preparo una buena cena que me la tengo ganada. Vaya sitio chungo del que me he largado. El melón no mata, pero entra fresquito.

Y a dormir, que vaya día.