Salgo con la fresca después de mi desayuno casero; en la casa tienen un pequeño salón con microondas, nevera... todo limpísimo y me sienta estupendamente. Son las 7:15 y ya estoy andando, con mi moto ligera ligera.

Hoy tengo preparada mi propia ruta fuera de la TET, para hacer el antiguo sendero excavado en la roca, hoy convertido en la Strada del Vallone (provincial N104), con esta entrada en "Dangerous Roads". Está llena de túneles y hay que tener mucho cuidado con los desprendimientos. Un montón de señales me avisan, pero si cae una roca ¿qué puedo hacer?. Es cuestión de suerte, como todo.

Después de esta camino, dejo a mi izquierda la Cima Delle Serre y hago un carril que sube y sube ya temprano por la mañana, con las las nubes cada vez más bajas que mi horizonte y el campo de color oro. Paso el Colle di Sampeyre a 2.284 metros, que está muy frecuentado por ciclistas.

Son las 8:45, cruzo el río Varaita y justo después tengo la estación de servicio de Sampeyre donde relleno después de hacer 40 km. También tengo una cafetería al lado, me pido mi capuchino, y me lo tomo con unas pastas que me compré ayer, y que están bastante buenas.

Son ya las 9:00 y voy al norte al Colle del Prete a 1.7016 metros, por un carril de piedas atravesando el Bosco di Marco.

Justo después de San Bernardo, paso por un pequeñísimo pueblo abandonado, más bien cuatro casas que me dan una idea de cómo podría ser la vida aquí hace 100 años. Me imagino esta zona en Enero, con treso cuatro metros de nieve ¿cómo pasarían esos meses?. 

Sigo adelante, paso San Lorenzo y dejo atrás el Rifugio Bertorello. Llego al mirador Bric Tournour, a unos 1.600 metros, y me dispongo a bajar. Atravesando el rio Po, llego a Paesana, para rellenar gasolina.

Ahora tengo adelante el paso por una enorme cantera (Pietra Luserna), que tengo expresamente programado, porque es fin de semana y en días laborables está cerrada. Son las 11:30, estoy en un carril bastante roto y difícil; tengo pensado ir buscando un sitio para comer, condición que tenga fuente de agua. Y paso por el Rifugio Infernotto, perfecto. Paro, me refresco y saco mi montruobocata V.4. y a zampar.

Sólo unos minutos después aparecen tres pilotos y se paran a saludarme. Les ofrezco la mitad del bocata, total es enorme, pero me dicen que ya han comido. Entonces les doy fruta, que llevo melocotones. Charlamos un rato, me preguntan de dónde vengo y claro se quedan sorprendidos, como cada vez que cuento lo mismo, qué pesao soy. En este caso lo que más les impacta es mi moto y mi equipaje. Que no llevo. Nos decimos adios y me dejan con mi almuerzo de mortadela, que por cierto, no me gustó mucho.

Terminada la comida y el descanso sigo carril abajo hacia las canteras, mientras voy adelantando a las tres personas que acabo de conocer. Uno de ellos no es del todo ducho y me lo encuentro tirado en el suelo, pero no necesita ayuda ni nada, así que continúo

Paso por paredes de mármol y cascotes enormes, una visión impactante por el tamaño de los bocados a la montaña.

Me cruzo con un grupo grande de motos, se ve que es zona de enduro, pero igual que los coches, van como locos y no me estampo de milagro con uno de ellos que venía dirección contraria a toda pastilla por mi lado del carril. Incluso doy media vuelta y lo busco para preguntarle si está bien, pues el susto ha sido importante, por lo menos para mí. Y cuando lo encuentro y le pregunto, le da igual, supongo que estará acostumbrado a que le pasen estas cosas.

Pasada la cantera , llego a la estación de ski de Rucas, donde veo uno de los edificios más feos del mundo, después de la sede de Caja Granada, bueno, BMN, quiero decir... Bankia... yo que sé. Sigo la cuerda de la loma, ya en dirección al final de la etapa, y cruzo el nuevo Ponte Bertenga, que fue reconstruído, pues quedó destrozado con el aluvión del 2011.

Son las 13:50 y hace un calor extremo. Me presento en el hotel de Torre Pellice -Foresteria Valdese-, que ya tenía preparado, pues es de la misma organización Evangélica que tenía el hotel de Vallecrosia; estaba estupendo, así que quería repetir. Y resulta ser una residencia de ancianos. Por mi perfecto. Silencio para dormir. Además tienen gatitos. 

Me instalo. Me doy un paseo y veo el Monumento a Henri Arnaud. Este sitio es realmente precioso, quedo impactado, es como una película. El lugar parece un estereotipo americano, las calles preciosas pavimentadas con piedra, los negocios parecen salidos de un rodaje: la panadería, la charcutería y su bodegón, una heladería con esas cúpulas metálicas en su carrito, el bar con sus mesitas redondas llenas de diminutas tazas de café... esto es precioso. Claramente estoy afectado por el Síndrome de Stendhal.

Después del refresco del paseo y de comprar algunas provisiones, pienso en la cena. Pregunto a unos lugareños por la mejor pizzería y me indican Pizería Etna; son las 19:00 y voy a encargar una para recoger más tarde. La carta es gigantesca, no me decido y después de un buen rato ya sé lo que quiero.

Pero el señor pizzero no entiende lo de encargar una pizza, que dice que me la hace sobre la marcha.

• • Sr. Pizzero: "cinque minuti".
  • Yo: no, no... es para luego.
  • Sr.P: si es para luego, ¿a qué has venido?.
    
  • Y: quisiera encargarla.
  • Sr.P: cuando la quieras, vienes.
  • Y: ah!... vale, vale... pues luego vengo otra vez.

Demasiada previsión, aquí es todo "al salto". Así que a las 21:00 me paso de nuevo, me siento a mirar, porque es un espectáculo el horno, pero nadie habla conmigo. A los cinco minutos, me dan mi pizza! qué profesionales! al final tenían preparada la orden! jajaja

Me vuelvo con mi presa al hotel, donde tenía lista una cerveza fresquita en el frigo y un buen tarugo de gorgonzola. Me preparo la cena en una mesita al exterior en el jardín. Al final la pizza resulta un poco decepcionante porque tiene carboncillos del horno pegados en la base que la estropeaban; además de que comer carbón no es una buena idea, amarga mucho el sabor.

Me tengo que terminar la pizza a trompicones, porque los mosquitos de la zona también han recibido aviso de mi llegada y están bien prepadados: son como los GEO de los mosquitos. Así que me voy del sitio a buscar la heladería y me zampo un buen batido de grasa congelada y batida con cerezas, que me sienta genial!

Y a dormir con los abuelos! qué silencio!