1 de Enero de 2024

Feliz 2024. He dormido muy bien en la caravana, aunque había un mosquito que no pude pillar. De todas maneras el repelente funciona perfecto y no tengo picaduras.

Cuando hago la cama por la mañana, me encuentro al mosquito revoloteando... me da los buenos días y se despide. En la otra vivienda, las gallinas aparecen muy cotillas para despertar a mis compañeros. Anna es la mujer que susurraba a las gallinas.

Hacemos un desayuno y en seguida estamos listos para irnos. Tenemos que acercarnos al pueblo para rellenar gasolina, que tenemos una jornada bastante dura hoy. Pongo toda la gasolina que cabe en mi depósito, que son 14 litros y pico. Además llevo 10,3 litros extra repartidos entre dos bolsas y dos botellas.

También he estado intentando hacer que mi SIM funcione, cosa que por fin he conseguido con la ayuda de un señor de una tienda local, así estoy algo más tranquilo. Ya puestos, recargamos el saldo las tarjetas de mis compañeros. Con todo esto se nos ha hecho muy tarde, son casi las 12:00.

Tenemos la gran suerte de conocer a Shigali, es el guía turístico que salvó a Noraly cuando cruzó el tren como nosotros y la llevó hasta el Ojo del Sáhara. Me apunto su contacto, para cuando vuelva, ya que hemos decidido no ir a allí, porque que el terreno está complicadísimo para las motos de mis compañeros; además no nos da tiempo, porque necesitamos tres días para esa vuelta.

Yo he estado toda la noche pensado en meterme solo, tego muchas ganas de ver ese sitio, pero es demasiado peligroso, hay que ser prudente... Tengo el contacto del francés que conocimos, Nico, pero no puedo comunicarme con él porque estará ya en la zona y no tiene cobertura. En cualquier caso, tampoco he venido con la cabeza preparada para ir solo, así que seguiré con mis compañeros tal como estaba previsto. A tope de gasolina ya estoy listo para salir.

Estoy muy contento de estar aquí a pesar de tanta suciedad y pobreza que me rodea. Este es el vehículo local, hay muchos burritos.

Nada más salir, nos piden otra vez la puñetera fiche. Otra vez que de donde vienes, a donde vas, que si el pasaporte... que rollo madre mía. Pasamos el control, entramos a una pista rápida y la moto de Egus pierde el silencioso. Nada grave, lo repara en un pispas.

Egus se apaña estupendamente y en un momento tiene todo listo, que para eso es ingeniero.

Yo voy muy muy cargado... es demasiado... la mochila es un rollo, pero no hay otra. ¡Y eso que mis compañeros me están ayudando a llevar cosas para quitarme peso!.

Seguimos y tenemos que pasar un precioso e imponente puerto que da unas vistas increíbles a un valle. Se llama Passe de Nouatil.

Las paredes son gigantescas.

El valle es flipante.

Un poco después llegamos al puesto de control de Chinguetti, donde nos piden otra vez la "fiche" y nos advierten de que el camino que queremos hacer es durísimo. Nos preguntan expresamente si llevamos suficiente agua, y le decimos la verdad, que vamos bien preparados. Continuamos y en seguida nos salimos del carril principal para tomar una pistilla a la derecha. Poco a poco, el terreno empieza a ponerse mas duro con unas complicadísimas dunas que te tragan, están blandísimas por el calor y la mala leche.

Yo navego sin problema, pero las motos de mis compañeros pesan mucho y aunque las llevan muy bien, es imposible no quedarse atrancado en algunos momentos. Esta arena es verdaderamente fina y traicionera, es muy complicado manejarse. Anna hace algún agujero, pero tiene la gran ventaja del buen humor y sale sin problema ninguno.

Tenemos bastante arena por delante que nos impide avanzar con rapidez.

El terreno es muy complicado. A veces la arena está llena de enormes piedras muy afiladas que pueden cortar un neumático o lo que pillen, hay que ir con mucho cuidado. Visitamos el Cráter de Aouelloul.

Seguimos sin seguir huellas, hay que ir buscando los mejores pasos.

De vez en cuando paramos a hacer un poco de balance y descansar, la zona es muy complicada y hay que ir con mucho cuidado.

El camino se hace bola para mis compañeros.

Aún es pronto, son solo las 17:30 pero la dureza del camino es grande. Veo una depresión rocosa perfecta para hacer campamento y propongo montar ahí las tiendas para dormir y descansar. Estaremos protegidos del viento y las rocas son cómodas para sentarse y comer sin tanta arena. El sitio es precioso.

Planto mi tienda sobre la roca.

Y mis compañeros ponen la suya unos metros más allá, en la arena, para poder clavar las piquetas.

Estoy muy contento de estar aquí, es un sitio verdaderamente bonito. Me distraigo con mi música y disfruto mucho de montar mi campamento en esta zona tan bonita. Sólo hemos hecho 104 km en 5,5 horas. Es pronto para cenar así que nos despistamos un poco, el plan es descansar mente y cuerpo, claro. Más adelante, a la puesta de Sol, hacemos la cena con los sobres de comida. Mi amigo Egus me ha enseñado a cocinar cuscus que me ha encantado, y lo hago en un pispas. Me lo pongo con un sobre de pollo liofilizado que está muy rico.

A dormir.