29 de Diciembre de 2023

Tenemos un pequeño enlace por la carretera que va pegada a la costa, incluso en algún momento vemos y olemos el mar. En seguida llegamos a la Poste Frontière El Guerguarat que cruzamos sin problemas, más allá de las habituales esperas y engorrosos papeleos. El sistema para el sellado del pasaporte es bastante increíble, tienes que dejarlo en una pila y un funcionario los va estampando. De vez en cuando se arma un jaleo de alguien que mete la mano por la ventanilla de estrangis y baraja el paquete para poner su pasaporte arriba el primero, y se arma la de dios. Yo me quedo bien pegado al gentío porque no me gusta nada despegarme de mi pasaporte y lo tengo bien fichado.

Salimos de Marruecos y decimos hola a la República Islámica de Mauritania, uno de los países más grandes y pobres de África con una población de 4,3 habitantes por km² en un país de poco más de de 1 millón de km². Para hacerte una idea, es como si en España solo viviera la población de Andalucía. Tiene una cantidad de agua dulce "despreciable" y es uno de los pocos países del mundo donde aún perdura la esclavitud.

Luego toca aduana, que es un poco más rollo. Esperando a 40 grados se nos acerca mucha gente a ver si pueden sacar algo; unas majísimas señoras se acercan y una de ellas se sube con mucho esfuerzo pero también con mucha determinación, en la moto de Anna... ¡qué simpática!. Se nos acercan varios aduladores, gente maja en general, pero muy pesados.

Qué arte tiene la señora.

Ya con todos los papeles hechos estamos muy contentos de que nos dejen pasar.

Nos vamos a la muy caótica y muy grande ciudad de Noadibú, donde nos cuesta un montón encontrar alojamiento pues no tenemos internet en los teléfonos. Al final encontramos el hotel Sahel, donde nos clavan 50 euros por habitación. Y eso negociando el precio...

La verdad es que la habitación está de verdadero lujo. Pero no nos hace falta tanto lujo, solo limpieza.

Yo tengo que comprar el aceite de motor para mi moto, que ya le toca. Y me cuesta mucho encontrarlo porque esto es un verdadero y absoluto caos. Mis compañeros se quedan negociando la SIM para los teléfonos, pues por lo visto en este país solo se puede comprar si eres residente, así que para nosotros hay que hacer cierto chanchullo. Están con nuestros amigos checos y también una pareja de Alemanes que nos hemos encontrado hablando sobre nuestra opinión sobre hoteles. Los dejo en esta faena mientras yo me voy a buscar el aceite por este sindios de tráfico. Yo voy a cuchillo, que es como se avanza por aquí. 

Por fin compro mi aceite con la ayuda de mi amigo José Juan que siempre me da los consejos de cosas de moto y vuelvo donde mis compañeros, que me dan mi SIM y se van a ver el puerto. Pero la puñetera tarjeta no funciona, así que me quedo incomunicado. Pregunto en la tienda donde la han comprado y empiezan a marearme, me tienen como una hora contando películas hasta que al final me doy ya cuenta de que se están cachondenado (o quizás no y es que esto es así) y me voy pitando; sospecho que nos han dado una SIM de otra persona que estaba ya sin saldo.

Estoy algo cabreado, no por el timo, sino porque esto es un caos total... no se puede hacer absolutamente nada, ni comprar nada, ni hablar nada, porque es como todo tan surrealistamente absurdo... me voy al hotel a cambiar el aceite, pensando si en el bote habrá el aceite que me han vendido, o coca cola, todo es posible.

En un pispas cambio el aceite entre basura, colillas y mierda de toda clase. Mis compañeros han vuelto de su paseo del puerto, me hubiera gustado verlo a mí también, pero estaba inmerso en un diálogo de besugos con los de la SIM. Hoy no hemos comido, aunque yo personalmente no tengo hambre. Nos vamos a cenar a un restaurante famoso español que hay al lado del hotel, mis compañeros piden pulpo y gambas.

Yo me pido un pinchito que está más o menos bueno. Las cucarachas corretean alegremente por el suelo.

Un día bastante feo la verdad, sin ver campo esto no tiene gracia. Al menos el hotel está estupendo y he podido hacer la colada. A partir de ahora estaré sin teléfono lo que me pone un poco nervioso por no tener comunicación. Antes de dormir preparo los bocadillos para mañana, con lo poco que he conseguido comprar y el alijo de jamón que llevo. Tenemos una etapa bastante dura, que es la del famoso tren de hierro.

Además de los bocatas, también preparo la pasta que llevo de Granada con la intención de cenarla como complemento de uno de los sobres de comida liofilizada que llevamos. Si es que soy apañao.

Son las 12. A dormir.