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3 de Enero de 2024

Buenos días. Me levanto y me voy a asearme a unos baños que hay en la azotea del edificio, no me preguntes por qué tienen los baños ahí. Estos baños están medio normal... al menos mejores que los que hay abajo para la gente.

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Desde arriba tengo algunas vistas del pueblo.

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Hacemos un desayuno bastante completo, mis compañeros comen tortilla y todo. Yo normalmente siempre desayuno lo mismo y no me entra más que el café con leche y las tostadas. Nos vamos a recoger nuestras cosas para irnos y nos viene el dueño con la misma película de siempre. Que el precio que dijimos era para uno, no para tres, y claro nos pide el triple. Yo me cabreo un montón, encima de que el precio es carísimo, nos lo quiere triplicar. Ya no es que te timen, es que tienen la avaricia más absoluta y le digo que a la mierda y que no me cuente películas, con un cabreo de mil demonios... ni de coña le pago.

Recogemos y nos vamos. Pasamos por el concesionario oficial multimarca de la villa.

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Y dejamos atrás una tienda de neumáticos muy hacendosa.

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Después de la matraca de ayer, decidimos ir directos a San Luis, que son 160 km, y hacer la frontera con Senegal. Al salir del pueblo, por supuesto, otro puñetero control de la fiche. Mi motillo sirve de escritorio.

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Vamos por carretera, pero a los lados hay un campo que me llama mucho. Me dice pepicoooo pepiiiicoooooo.

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Desde lo alto de un puerto vemos N'beika.

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Y un mar de dunas.

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La carretera es de esta guisa y se disfrutan bastante las vistas.

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Yo voy delante y bajo a buscar gasolina. Paso el control, ooooooooooooooooootra vez la fiche y buscando "essence" no hay por ningún lado... ufff. Y cometo el error de preguntar al militar del control. Entonces ya sí hay gasolina y me pide que lo siga. Egus y Anna están atrás, voy solo, pero estoy en el track así que mis compañeros podrán verme cuando pasen. Llegamos a una casucha de donde me sacan 5 litros y les pregunto el precio. Me piden un pastón y les digo que adios muy buenas nos vemos otro día. En ese momento el militar pone ojos de loco y dice que si él es la autoridad, que me él me ha traído, que si esto y lo otro y claro, me asusta bastante. Porque este cacho de cabronazo es capar de meterme en un lío, así que no me queda otra que pagar. Nota mental: nunca pidas ayuda a un militar, porque en caso de problemas tienes todas las de perder. Si es un payo cualquiera, lo mandas a la mierda y ya.

A esto que mis compañeros no vienen. Los espero pero nada. Y me entra un mensaje al teléfono: "vuelve". Y digo ostras han tenido un accidente o algo... ufff y deshago el camino a todo lo que da la moto muy preocupado. Cuando los encuentro, a unos 20 km, se trata solo de un pinchazo, menos mal uffff.

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Ya lo tienen arreglado, así que continuamos otra vez los tres el camino, preocupados por la gasolina. Paramos a comprar algo de comer, con mucho esfuerzo pues aquí todo el mundo te engaña. Igual te piden el equivalente a 10 euros por un pan mientras que en el negocio de al lado te piden 10 céntimos por lo mismo.

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También me paro a hacer más copias de la fiche porque hemos gastado todas. El hombre de la tienda me pide otro dineral y yo del cabreo que tengo con los timos le digo poco más o menos que son unos sinvegüenzas. El señor me pone carilla de cordero y me explica que me está pidiendo un precio normal. Me he confundio pues aquí hay una moneda vieja y otra nueva (que se llama igual) y varían entre ellas en función de mil. Comprendo la cuenta, hago 20 copias para cada uno, y abono el precio con mucho gusto.

Después nos paramos algo más adelante, debajo de un arbolillo y nos hacemos unos bocatas con el último jamón que nos queda. Yo saco la loneta para ponerla en el suelo, pero Egus usa su chaqueta, que se llena de mil millones de pinchos. ¡Ay! aquí todo tiene pinchos, hasta el agua. Comemos, descansamos un poco, y seguimos.

La "carretera" está en construcción, con desvíos por el desierto por donde pasan cientos de gigantescos camiones, está todo destrozado y la polvareda es terrible. Se hace extremadamente desagradable y nos agarra la noche. Yo lo paso bastante mal, es un caos total y odio el tráfico.

Por fin llegamos a Aleg donde después de explorar un poco, decidimos quedarnos en el el Hotel Yasmine, donde por supuesto nos piden otro pastizal.

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Les pregunto si hay agua caliente, me dicen que sí y a la que me meto en la ducha, otra vez agua fría, por supuesto. No me importa mucho la verdad, pero es que te engañan siempre. Esta vez pienso les voy a dar caña a ver qué pasa y les pido el agua caliente prometida cien mil veces. Nos cambian de habitación diciendo que allí sí que hay, pero claro es mentira. La tienen rota y lo saben, pero no te lo dicen y hacen el teatro abriendo y cerrando llaves... es flipante. Yo les doy caña. Pero ellos me pueden. Hay un momento que me dice "ahora vengo, que busco al encargado" y al rato lo veo acostado en el suelo tomando té... jajajaja son increíbles...

Yo hubiera querido ir al pueblo a comprar pan, café... tengo un antojazo de galletas y leche... pero la carretera es infernal. Se trata de un carril de arena de unos tres metros que cruza a través de chabolos, a ambos lados tienes toda clase de barracas y cuchitriles. Hay animales empalados (¿o lo que pudo en algún momento ser una cabra?) preparados para la hoguera, combustible de de palés y plástico.

Mientras tanto, ruedan decenas de gigantescas moles de hierro cuya forma puede quizás parecerse a un camión, engrasando bien todo su hedor de gasóil. La arena en la atmósfera se hace adhesiva. El gentío es terrible, el caos es total; los motocarros avanzan a trompicones cruzándose los unos con otros en un baile absurdo... los Mercedes desvencijados igual llevan una cabra en el techo que un dromedario en el maletero. Ni luces, ni ventanas... algunos ni siquiera llevan las cuatro ruedas. Los peatones y sus omnipresentes chanclas de sinseguridad caminan erráticos por la avenida, dándole emoción a la travesía... es un espectáculo realmente increíble...

Con semejante percal, decido no visitar el pueblo y reprimir mi europeo y pijísimo antojo de galletas.

Tenemos un problema con la gasolina. Mañana debemos llenar todos para poder llegar a la frontera de Senegal. Pedimos algunos consejos y nos dicen que tendremos un poco más adelante, ¿será verdad?. Mañana lo sabremos.

Cenamos en el Hotel, nos hace la cena un señor que se llama Kalifa. Nos pone un montón de comida y nos la cobra bien cara, pero a mi no me importa pagar si veo que lo vale. Nos cuenta que es oriundo de Costa de Marfil y refugiado en Senegal por su condición de homosexual. Que ha pasado cuatro años en la cárcel por ese motivo, que no se habla con su familia y que llora mucho. Su sueño es ir a los USA a ganarse allí la vida.

Con el corazón un poco encogido por Kalifa, nos vamos a la cama a descansar. Hasta mañana.

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